
Saludamos con amor y alegría a la Virgen María porque, es ella quien nos mostró con su ejemplo y su sencillez, que su vida fue en torno a nuestro Señor Jesús, a sus gozos, a sus sufrimientos y a su gloria.
A través de la oración del Santo Rosario y guiados por el Espíritu Santo, meditamos la Palabra de Dios que nos muestra la vida de Cristo. Repetimos en palabras y sentimos en el corazón la cercanía y el amor de nuestra Madre que nos acompaña y nos guía hacia nuestro Salvador. Ella motiva nuestros propósitos y espera que hagamos lo que Él nos diga.